Saint-Gobain y la teoría de los juegos de "suma cero"

 La Nueva España 170524

El ADN industrial de Avilés aflora en días como ayer: "Estoy aquí porque es mi gente", dice emocionada una ex empleada auxiliar

La enésima manifestación desarrollada en Avilés en defensa de la industria puso esta vez el foco en Saint-Gobain, como anteriormente lo puso en Alcoa, en el sector del metal o en Arcelor. Y una vez más el clamor ha sido atronador y el respaldo a una forma de vida que gira en torno a las fábricas, unánime.

Esta identificación de un territorio con el modus vivendi de la cuarta parte de su población –más el impacto inducido en el sector terciario– es uno de los activos que amenaza con irse al garete siguiendo las reglas de los juegos de "suma cero", aquellos donde las ganancias de un jugador las compensan las pérdidas de otro. Según la famosa máxima de Jean Bodin, uno de los teóricos del mercantilismo, "no hay nada que alguien gane que otro no pierda". Es decir, si la economía es un juego de "suma cero" –y en el caso de Cristalería, desde luego lo parece– debe haber quien pierda todo aquello que otro actor gane.

La manifestación de ayer permitió hacer un somero repaso a las presumibles "pérdidas": 120 familias (aquellas donde entra un sueldo de Sekurit) "desahuciadas", como se leía en la pancarta que portó el comité de empresa; otras tantas en la misma tesitura, las de los trabajadores de las firmas auxiliares, también presentes en la marcha; más de doscientos empleos "de calidad" borrados de un plumazo, como bien decían uno de los eslóganes coreados; y nivel de renta, resentido del dinero que dejará de fluir en comercios, hostelería y demás servicios.

Hasta aquí lo tangible. Pero también se pierde autoestima e identidad fabril, como recalcó el ex presidente de la Cámara de Comercio, el empresario Francisco Menéndez, uno más en la "manifa". Se pierde incluso futuro antes de proyectarlo siquiera, y la mejor expresión de esto fue el grupo de niños, hijos de trabajadores afectados el ERE en Sekurit, que marcharon por las calles de Avilés portando una pancarta donde se leía: "Por nuestro futuro".

A estos críos hoy la teoría de los juegos les queda tan grande como el chaleco de su padre, cinco tallas mayor que la suya, que llevaba puesto Celia Rodríguez, de 6 años, pero algún día quizás entiendan que hasta ellos fueron perdedores –al menos en términos de oportunidades– en un juego que ha traído a sus casas frustración e impotencia.

Pero, ¿y quién gana? También sobre esto dio pistas la manifestación de ayer y todos los focos apuntaban a Saint-Gobain. Por su nombre y hasta metafóricamente: banderas pirata ondeando al viento, el símbolo universal del pillaje.

Que la fabricación de parabrisas ha entrado en crisis desde la pandemia, nadie lo niega. Que en aras a defender la competitividad de la fábrica de La Maruca –la ganancia teórica del juego de "suma cero"– se podría haber admitido un cierto nivel de "pérdidas" fue una posibilidad explorada en 2022, pero sin éxito. Que Saint-Gobain quiere hacer saltar la banca y llevárselo todo y más –la deslocalización en busca de costes de producción y ambientales más bajos–, es la sospecha generalizada y la denuncia unánime que hicieron ante los medios de comunicación los dirigentes sindicales que encabezaron la marcha reivindicativa por el futuro de la antigua Cristalería Española.

Los diferentes jugadores con derecho a mover ficha en el tablero donde se dirime la partida que puede acabar con Sekurit cerrado en siete días han apelado estos días hasta la saciedad a la unidad sindical, política e institucional para ablandar a Saint-Gobain. Pero no parece que a la multinacional le haga mella ese clamor, como tampoco se lo hizo a Alcoa. Y es que el buen jugador del "suma cero" debe ser desapasionado; de hecho, la doctrina mercantilista obvia prácticamente el llamado "coste social". Ese que expresó en la manifestación de ayer con la emoción a flor de piel Ana Gutiérrez Hernández, que dejó de pertenecer hace cinco años la plantilla de una auxiliar de Sekurit pero ayer estaba al pie del cañón: "Son mi gente, ¿cómo no iba a venir?"

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