Comunicado CSI Saint-Gobain 18/11/2022
Pasó la semana pasada en
la negociación del convenio colectivo: la empresa en su plataforma de convenio
introdujo, junto a una cláusula de paz social, otra cláusula de
confidencialidad, porque dicen que no pueden estar saliendo continuamente en
los medios. Y es que llevan tiempo intentando acallar cualquier manifestación
que ponga el nombre de la compañía en cuestión.
Por más que les decimos que ese tipo de medidas intentan coartar la libertad constitucional de expresión de los representantes o personas trabajadoras, restringiéndoles el ejercicio de los derechos fundamentales de información, no hay manera que lo entiendan. Todo ha sido en balde y no saben cómo afrontarlo. Es lamentable que actitudes trasnochadas de otro siglo sean las que sigan rigiendo en esta empresa.
Tampoco entienden que esta multinacional, como otras, tienen un compromiso social con el conjunto de personas trabajadoras que prestan sus servicios en el propio centro y también con la comarca donde están establecidas. Todas ellas tienen el derecho a ser informadas de las vicisitudes que se desarrollan en su entorno. Unas veces serán noticias buenas (las cuales la empresa ya se encarga de difundir), y otras veces, menos buenas o malas, divulgadas también desde diferentes plataformas.
Querer limitar las funciones y silenciar, en este caso, a sus representantes o personas trabajadoras, a través de incluir una cláusula restrictiva en el convenio colectivo, o culpabilizar al mensajero que las traslada a la sociedad en su conjunto (como también hacen), es sencillamente una huida hacia adelante que nada mas demuestra lo perdidos que están las personas que están al frente de las relaciones laborales e institucionales en esta compañía.
Es sabido que Saint-Gobain nunca se caracterizó por ser muy transparente en la difusión de información con su personal y con la sociedad en la que cohabita. No cambiaron sustancialmente. En la actualidad se gastan un dineral en hacer marketing societario en las redes sociales, pero siguen igual de opacos respecto a los medios de comunicación, a su propia plantilla y a los propios ciudadanos. Una asignatura pendiente, sin duda.
Esa búsqueda de conseguir una imagen de empresa socialmente comprometida, tocó fondo y se fue al garete con el último conflicto de hace pocos meses, al intentar despedir a 92 trabajadores/as. Una fábrica parada veinte días completamente por una huelga que los trabajadores entendimos como una provocación y una agresión directa. No pudo ser más caótica la decisión tomada por los directivos, y no menos desastrosa la gestión que realizaron, donde la imagen de la compañía quedó seriamente dañada. La sensación que sacamos fue que algunos no saben gestionar ni una colección de cromos.
Y lejos de cambiar, estos directivos vuelven a las andadas: ahora se están dedicando a ir contra los trabajadores, amedrantando y dándoles felicitaciones de navidad anticipadas, en modo de sanciones y amonestaciones. Hace varias semanas sancionaron injustamente a un compañero de Sekurit que tuvo un papel destacado en el último conflicto, con la única finalidad represora de desactivarle como trabajador y persona. Y hace unos días, entregaron a cinco compañeros de Glass, cartas de amonestación, porque mostraron su desacuerdo y descontento con la organización que la empresa quiere imponer.
La escasa destreza emocional de sus directivos, unido a las prácticas poco éticas en esta empresa, tira por tierra su credibilidad social. A lo único que se dedican es a poner palos en las ruedas de la vida de las personas trabajadoras que son las que realmente sacan adelante a esta empresa.
Ni que decir tiene, que este tipo de represiones la Corriente las rechaza frontalmente y las combate con toda la fuerza posible. Esperamos de los demás que dejen de jugar a que están con ellos sin estar, a utilizarlos cuando les conviene y a distanciarse cuando creen que es lo que toca.
Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena