El Comercio 08/09/2024
José María Urbano. Opinión
Como ya hace en Europa, la apuesta de Saint-Gobain con Avilés tiene que ir mucho más allá de la reparación del horno
El próximo día 17 Saint-Gobain iniciará en su planta de Avilés la reparación del horno float que le permitirá seguir manteniendo abierta su división de construcción (Glass), la única que sigue en activo tras el cierre definitivo de la planta de vidrio de automóvil, Sekurit. Técnicamente, se trata de la reparación/placaje de los bloques de cuba y solera que le asegurarán un correcto funcionamiento para los próximos tres años, cuatro como mucho.
Se trata por lo tanto de una inversión, de unos cinco millones de euros, que no cumple las expectativas de poder dotar a Avilés de un horno nuevo que garantice la permanencia del negocio empresarial para los próximos 15-20 años, mínima exigencia tras el inesperado cierre de Sekurit, decidido sin haber planteado alternativa alguna y tras incumplir incluso sus propias promesas. La dirección de la multinacional francesa no debería sorprenderse por lo tanto de que en esta ciudad, en esta región, haya una clara desconfianza sobre el futuro, teniendo en cuenta que sus setenta y cinco años de actividad en este territorio no sirvieron de mucho a la hora de su compromiso.
El horno actual data de 2008, el año del accidente que obligó a afrontar una inversión clave para la continuidad del negocio. Se cumplen así 16 años de actividad de esta instalación, que suele tener una duración de entre quince y veinte años, dependiendo del tipo de vidrio y la tirada durante todo ese tiempo. Por lo tanto, la inversión de un nuevo horno, tras la reparación de ahora, deberá llegar en 2027-2028, y seguramente alcanzará los cuarenta millones de euros para cambiar todo el refractario de las zonas de fusión y afinaje, y posiblemente también algunos tramos de los bloques de la solera del baño de estaño. Un nuevo horno, en suma. Y a la vez, Saint-Gobain deberá garantizar en 2030 una disminución del treinta por ciento de la huella de carbono en su producción.
En el proceso de anuncio y posterior cierre de Sekurit de Avilés se desveló en esta página dominical que Saint-Gobain ni siquiera se había planteado una información sobre los fondos que tiene a su disposición en el PERTE industrial para este tipo de inversiones, una ayuda extraordinaria a cargo de fondos europeos. Según parece, no solo descubrió que podría haber acudido a ellos para la línea de Sekurit o para alguna alternativa nueva, sino que esas ayudas podrían alcanzar hasta la inversión del horno nuevo, siempre y cuando la decisión y presentación del proyecto se haga en el plazo exigido por la Comisión Europea para estos fondos en concreto.
Al revés de lo que sucede con los discursos de los políticos en general, salvo los que llevan departamentos técnicos a los que llegaron precisamente por su conocimiento en la materia, hay que pensar que el rigor, el gobierno interno, la planificación, el estudio de la situación de los mercados y del mundo en general, se sienta en los consejos de administración y de dirección de las empresas, máxime en multinacionales como la que nos ocupa. Para la política queda el acompañamiento, el seguimiento de esas actividades y el apoyo en todo lo que pudiera hacerse. Pero, ojo, también en la exigencia. Setenta y cinco años de actividad dan para mucho y se podría afirmar de forma rotunda que en más de una ocasión 'la política' habrá acudido a 'ayudar' e incluso a 'salvar' la actividad, como sucedió en 2008, cuando el Principado y el Ministerio de Industria reaccionaron en menos de veinticuatro horas para asegurar su ayuda en la construcción del nuevo horno.
Saint-Gobain sabe todo esto y mucho más. Esa sensación de 'desconocimiento' de recursos oficiales que lució en Asturias durante la crisis de Sekurit no es creíble. No lo es en una multinacional que en 2021 estrenó su nueva estrategia global, 'Grow-Impact', que la ha llevado a realizar adquisiciones de empresas en Australia, Norteamérica, India, Turquía, América Latina, Sudáfrica..., con desembolsos de miles de millones de euros.
Y si queremos hacer un ejercicio de aproximación para analizar un ejemplo fácilmente comprensible en Avilés, bastará con referirse a las claves del 'Proyecto Volta' que está desarrollando en una 'joint-venture' con AGC Glass Europe en la planta de esta última en Barevka (República Checa). Se trata, como ya informó LA VOZ DE AVILÉS en su día, de una innovadora línea piloto de vidrio plano para reducir el CO2, de alto rendimiento y de última generación. Una planta electrificada al cincuenta por ciento y alimentada el otro cincuenta por ciento con una combinación de oxígeno y gas.
Esta línea piloto la hace Saint-Gobain con AGC Glass Europe (sede en Louvain-la-Neuve, Bélgica), que es a su vez la filial de la japonesa AGC Inc. (sede en Tokio, cambió su nombre inicial de Asahi Glass Company en 2018), líder mundial de vidrio plano. Viejos conocidos en todo caso. En 2007 fueron multadas estas dos compañías, junto con la norteamericana Guardian y la británica Pilkington por funcionar como un cártel y coordinar ilegalmente las subidas de precios, valiéndose de que entre las cuatro controlaban el ochenta por ciento del mercado europeo de vidrio plano.
No deja de ser cada vez más curioso ese toque filosófico-místico de las grandes empresas para definir sus objetivos más allá de los puramente prácticos del negocio. Por ejemplo, el de AGC es «Mirar más allá». Y el de Saint-Gobain, «Hacer del mundo un hogar mejor». Esperemos que no se olvide de cuidar el de Avilés, en el Principado de Asturias.
https://www.elcomercio.es/opinion/jose-maria-urbano-cuidar-hogar-20240908223547-nt.html