Finalmente se consumó la pasada
semana la firma del infame convenio realizada con alevosía,
premeditación y estivalidad. Esta vez lo protagonizaron el tándem
CCOO-CGT. Ganas tenían estos actores de perpetrar una tropelía a
costa de nuestros derechos con un sometimiento a las exigencias de la
empresa que da auténtico pavor.
Se barruntaba que iba a ser una negociación de
convenio difícil visto el comienzo de como se afrontaba por los
representantes. Se empezó mal y acabó peor. Una negociación de un
convenio sin una estrategia previa, con una miniplataforma de mínimos
desde el comienzo, con reuniones esporádicas, sin apenas información
y con cesiones en cada reunión, presagiaba un desenlace
premeditadamente desastroso, como así ha ocurrido. Con sólo NUEVE
reuniones se ventilaron un convenio lamentable en el fondo y en la
forma. Nunca conseguiremos entender el motivo real de las prisas en
firmar un convenio tan funesto.
Todo el proceso negociador ha sido un cúmulo de
despropósitos y de sumisión. En Avilés, además CCOO negando la
celebración de asambleas y solamente convocándola una vez que ya
tenían el preacuerdo precocinado y con un olor a podredumbre que
tiraba para atrás. Lo sazonaron con una consulta de referéndum
trucado para intentar eludir sus incompetencias negociadoras,
trasladando las responsabilidades a los trabajadores que han estado
ausentes, ignorados en todo este guiso realizado a fuego rápido.
Referéndum al que no pudieron votar muchos trabajadores al estar de
vacaciones, aludiendo al miedo, gestionado sin garantías y en Arbós
ni siquiera avalado por el sindicato mayoritario y firmante CGT. Todo
un ejercicio de insensatez, haciéndose trampas en el solitario,
enfangando una vez más la figura democrática del referéndum y
desechando el sentir de las Asambleas de Trabajadores.
Un convenio pírrico en lo económico muy por
debajo de las pretensiones iniciales de la plataforma, de las
recomendaciones de los sindicatos a nivel estatal y, sobre todo, que
no va en consonancia con las previsiones de beneficios de la
compañía. Unas migajas que no satisfacen ningún esfuerzo.
Lo corrobora cuando los salarios están creciendo
a un ritmo muy superior al de los precios: hasta julio la subida
salarial media pactada en los convenios colectivos se situó en el
2,29%, casi dos puntos por encima de lo que avanza el IPC, muy lejos
de lo recogido en el convenio. O cuando leemos que “ las
propias previsiones futuras de Saint Gobain son alentadoras. Sus
beneficios se multiplicarán por cuatro este año con respecto al
anterior y aumentarán cerca de un 20% entre 2019 y 2021, cuando
sobrepasarán los 2.000 millones de euros, en el que sería el
mejor resultado del siglo”.
Tampoco han sido capaces de eliminar
definitivamente la doble escala salarial que figura en
el convenio colectivo y que supone que un trabajador de nuevo ingreso
perciba en tres años hasta 18 mil euros menos que otro trabajador de
su mismo profesiograma por hacer el mismo trabajo. Una aberración
difícilmente entendible que cuanto menos roza la ilegalidad y que es
especialmente sangrante para los trabajadores eventuales.
Además, un contenido sin ninguna mejora ni
compromisos en contrataciones, sin acometer ninguna modificación en
los capítulos de organización, formación, convocatorias y
promociones, sin eliminar el articulo 28 de flexibilidad, sin mejoras
reales para los trabajadores a turnos, ni la inclusión de ninguna
mejora social, etc.
Y sobre todo, que no contiene NI UN MINUTO
de reducción de jornada. La desecharon sorprendentemente el
tándem, cuando es una de las reivindicaciones vitales que desde
todos los estamentos sindicales y clase trabajadora se reclama como
necesario y primordial, puesto que provoca directamente una mejora en
seguridad y en salud, en la conciliación familiar y personal, en la
elaboración de calendarios de trabajo, en la creación de empleo,
etc. Es inasumible en la actualidad en esta compañía un convenio
que no contenga una reducción de jornada importante. El actual
convenio que firman el tándem sindical CCOO-CGT con tres años sin
reducción es una losa difícilmente asumible, máxime cuando vemos
que trabajadores de nuestro entorno rebajan sustancialmente los días
de trabajo y donde ya nos sobrepasan con creces.
Como colofón, la introducción del invento de las
mesas de trabajo también inaudito: las hay de todo tipo y pelaje.
Por supuesto, todas de una inutilidad palmaria que los propios
creadores lo conocen y reconocen. Y por último, la inclusión de una
“bolsa” de 100€ por trabajador a turno con 25 años para
"mejoras" ya supone el esperpento que quedaba. Resulta
ofensivo y sonrojante que se incluya en el convenio colectivo este
tipo de ocurrencias provocadoras.
El resultado global, un convenio socarrado y
mugriento que no hay quien que se lo coma. Eso sí, de seguro que
algunos sacarán tajada y otros muchos se lo llevarán crudo.
Capítulo luctuoso de un convenio que pudo ser y
no fue en una situación que requería ser exigentes, de recoger y de
mejorar después de años de espera y de excesiva complacencia. Al
contrario, aceptaron un convenio que nos mete en un túnel del
tiempo, nada menos que tres años, sin margen de mejora de nuestras
condiciones de trabajo y con un retroceso más que evidente respecto
a otros trabajadores.
Y para colmo, la empresa manifestándose
públicamente contenta: “satisfecha con el convenio firmado”.
¡¡ Cómo para no estarlo !!